“Los datos de altura de las olas que manejamos se refieren a lo que denominamos ola significante, que es la media de la tercera parte de las olas más altas medidas durante media hora”, añade esta experta. Este parámetro aparentemente extraño tiene su explicación: hasta que llegaron los aparatos capaces de medir directamente el oleaje, en la segunda mitad del siglo XX, eran los expertos en observación los que, a bordo de buques en las líneas marítimas principales, hacían las estimaciones de oleaje, que iban a parar a los bancos de datos. “Cuando llegaron los aparatos de medida se constató que el ojo humano sobrestima la altura de las olas, y sus datos se corresponden bien con la media del tercio más alto”, señala De Alfonso. Y la ventaja de seguir utilizando ese parámetro, la ola significante, es que los expertos tienen a su disposición los necesarios registros histórico de referencia compatibles con las mediciones instrumentales de las últimas décadas.
El temporal y las mareas vivas se conjugaron en las costas del Norte
“La utilidad portuaria de las medidas de oleaje se extiende en todas las fases: desde el diseño de un puerto, que tiene que hacer frente a ese agente de las olas, hasta la misma construcción, cuando es más vulnerable, y la operación del mismo”, apunta Álvarez. Sin olvidar las alertas y los estudios oceanográficos y climáticos.
Una boya de la red exterior está fijada en el fondo marino (entre 400 y 2.000 metros) y la sujeta un cable elástico con dispositivos para que se mueva libremente en el agua. “A ras de mar tiene un sensor de oleaje con paneles solares, baterías, un procesador y un sistema de GPS para fijar su posición exacta; encima van los sensores meteorológicos y debajo, los que miden temperatura del agua, salinidad y corrientes”, explica De Alfonso. “El sensor de oleaje, con un acelerómetro, mide la fuerza con la que se eleva y cae la superficie del mar, tomando un dato aproximadamente cada segundo, durante 30 minutos cada hora; los datos, con un primer procesado en la boya, se transmiten vía satélite y todos los registros brutos se recuperan al hacer el mantenimiento”, añade.
“El oleaje, al llegar a la costa, sufre muchas transformaciones: las aguas son más someras, las olas se hacen más picudas, las rocas del fondo las atenúan... por eso las medidas objetivas se toman lejos del litoral”, explica la responsable de la red exterior.Los valores máximos de altura significante de olas medidos en las costas españolas ronda los 13 metros, todos ellos registrados en invierno, desde 2008 hasta ahora; en cuanto a las olas individuales más altas, a la espera de procesar los datos del pasado fin de semana, destaca una de 26,13 metros (24 de enero de 2009) registrada por la boya del IEO en Santander, seguida de una de 23,3 metros (9 de diciembre de 2007), en la boya del Cabo de Peñas (Asturias) y otra de 22,63 metros (11 de marzo de 2008) de la boya de Bilbao / Bizcaia. Son todas olas en alta mar, y el error de las medidas es del 5%.
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