Ya podemos ver en relojerías y tiendas de bisutería un artículo que seguro triunfará este verano: los relojes de silicona.
Se trata de unos relojes digitales, muy sencillos, como aquéllos de los años 80 que sólo te daban la hora y los minutos. Son muy finos, tanto que parecen una pulsera; de eso se trata precisamente: de que adornen a la par de que sean útiles. Se fabrican en infinidad de colores, para que puedas combinarlos a tu gusto, según el conjunto que lleves. “Pues qué dineral ¿no?” diréis. Ahí está la gracia, en que los relojes de silicona son tan baratos que puedes permitirte el lujo de comprarte más de uno. Incluso hay gente que lleva dos o tres juntos.
Son ligerísimos, ni te enteras de que lo llevas puesto, y como son de silicona muy flexible, se adaptan perfectamente a tu muñeca. Y son geniales para el verano, pues la mayoría de las marcas los fabrican resistentes al agua; hasta hay algún modelo que se puede sumergir, lo cual está muy bien si lo quieres llevar a la playa y bañarte con él.
Un modelo a destacar dentro de los relojes de silicona es el que, según el fabricante, emite iones negativos, que contrarrestan las radiaciones electromagnéticas a las que estamos expuestos a diario: ordenadores, móviles, antenas, televisores… Así, nos harán sentir mejor, más alegres y descansados; incluso pueden ayudar a resolver problemas de dolores musculares, fatiga, cefaleas, nerviosismo… Pero insisto, todas estas propiedades se las atribuye la publicidad; que yo sepa no hay ningún estudio científico que avale esta función del modelo que emite iones negativos.
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