En los últimos cuatro años, nada ha podido evitar que una joven empresa fundada en California por dos hermanos aficionados al surf y otros deportes -Josh y Troy Rodarmel- venda cientos de miles de ejemplares de un burdo engaño: una pulsera de silicona con propiedades cuasi milagrosas que cuesta entre 30 y 42 euros (según el modelo). Con ayuda de un sinfín de famosos pagados para ello (deportistas como Guti, Shaquille O'Neil o Barrichello, entre otros), la empresa Power Balance ha logrado que cale su mensaje: con solo llevar la pulsera en la muñeca uno experimenta una mejora de fuerza, flexibilidad y equilibrio (ahí es nada).
La compañía tuvo que admitir que "no hay pruebas científicas creíbles"
Su nuevo invento es un protector bucal que ayuda a cara, cuello y columna
La empresa alardea de haber vendido en España 300.000 pulseras
"Es una multa ridícula, una invitación a seguir cometiendo fraude"
La denuncia colectiva, que se presentó el año pasado, ya obligó a los hermanos Rodarmel a reconocer que los beneficios atribuidos al producto no tenían base científica: "Hemos asegurado en nuestra publicidad que las pulseras Power Balance mejoran la fuerza, el equilibrio y la flexibilidad. Admitimos que no hay pruebas científicas creíbles que apoyen nuestras afirmaciones y, por tanto, hemos incurrido en conducta engañosa en contra de la sección 52 de la Ley de Prácticas Comerciales de 1974. Si usted siente que ha sido engañado por nuestras promociones, queremos pedirle disculpas sin reservas y ofrecerle un reembolso completo".
Tras el varapalo económico, Power Balance reconoció ayer en un comunicado que se acoge a la ley de bancarrotas (un proceso similar a lo que en España se llama concurso de acreedores), "reestructurando" su negocio para protegerse de futuras demandas. "Aunque creemos que las denuncias contra nosotros son infundadas, nos cuestan millones de dólares y amenazan nuestro negocio. Hemos hecho un gran esfuerzo para asegurar que nuestros mensajes publicitarios sean compatibles con las leyes locales. Sin embargo, siguen surgiendo denuncias contra Power Balance con un gran coste para nosotros", dice el comunicado, que deja claro que seguirán vendiendo pulseras y lo que se tercie: "Seguiremos creando nuevas e innovadoras tecnologías para el rendimiento de los atletas en todo el mundo". Y cierran el texto anunciando su próximo invento: un protector bucal "elaborado junto a un dentista neuromuscular que no solo protege los dientes, sino que ayuda a relajar los músculos de cara y mandíbula, permitiendo el correcto alineamiento de cuello y columna y una correcta respiración". En un país preocupado por las brutales lesiones que sufren quienes practican fútbol americano, su nuevo público objetivo parece claro.
La noticia de la multa que deberá pagar la empresa en Estados Unidos no ha pasado inadvertida en España, especialmente en la asociación de consumidores Facua, que lleva dos años batallando contra la publicidad engañosa que acompaña a estas pulseras, donde se asegura que contienen "un holograma que almacena frecuencias que reaccionan positivamente con el campo de energía natural de su cuerpo para mejorar el equilibrio, la fuerza y la flexibilidad".
La campaña de Facua, de la que se hicieron eco los medios de comunicación, llevó al Instituto Nacional de Consumo, dependiente del Ministerio de Sanidad, a redactar un requerimiento alertando a las comunidades autónomas, "que son quienes tienen capacidad para aplicar sanciones por publicidad engañosa", dice un portavoz del ministerio. "La única que actuó fue Andalucía. El resto, quizá porque la empresa reaccionó, no hizo nada".
La Junta andaluza interpuso una sanción administrativa y una multa de 15.000 euros a Power Balance España, "una multa ridícula, más aún teniendo en cuenta que la empresa presume de haber vendido en España 300.000 pulseras", dice Rubén Sánchez, portavoz de Facua. "Es una invitación a seguir cometiendo fraude. La Administración podía haber ordenado retirar la mercancía, poner una sanción proporcional a sus ingresos e incluso llevarlos a juicio, porque el producto en sí mismo es un fraude. Pero en este país, la protección de los consumidores es un cachondeo", continúa Sánchez. "La sensación que tienen los fraudulentos es que timar sale muy barato".
Sánchez -que considera que también habría que multar a los famosos que cobran por promocionarlas- recuerda que en Italia la Autoridad Garante de la Competencia y el Mercado (AGCM) castigó a la empresa de California con una multa de 350.000 euros. En su opinión, el principal problema es la "pasividad" de las Administraciones públicas españolas. "En 1996, se aprobó un real decreto para poner freno a los productos milagrosos. Al principio, por miedo, hubo un parón, pero al ver que las Administraciones no controlan a estas empresas, todo ha vuelto a ser como antes". "La solución no es crear una nueva norma, sino aplicar la que existe", continúa.
Para evitar un nuevo fraude similar al de las pulseras milagrosas (las hay por decenas, alguna a la venta por cinco euros), Facua denunció hace una semana a cuatro marcas que comercializan lo que considera un nuevo timo: los collares cuánticos, que se presentan como fabricados con minerales seleccionados por su propiedades naturales curativas y con capacidad para "aislar radiaciones".
Desde Facua solo se recuerda un caso en que hubo una actuación decidida, iniciada por la Guardia Civil en Málaga. "Les avisamos de que se estaba vendiendo un producto adelgazante que contenía hormonas sexuales y tiroideas, Nutra Life, y lo desmantelaron por completo".
"La multa de 15.000 euros de la Junta de Andalucía no solo es de risa sino que no resarce al consumidor, pues los 42 millones de euros logrados en Estados Unidos son para los denunciantes", dice Ileana Izverniceanu, de la asociación de consumidores OCU. "En Estados Unidos tienen mucha experiencia en denuncias colectivas y los usuarios que se sienten defraudados pueden conseguir indemnizaciones millonarias", continúa. "En España existen las acciones colectivas, que solo llevan 10 años, y tenemos menos experiencia. Quienes pueden poner denuncias colectivas somos las asociaciones de consumidores, pero el problema es que nos cuesta mucho dinero, o el Instituto Nacional de Consumo, que debería ser mucho más activo en estas cuestiones".
En España, las pulseras Power Balance desembarcaron con fuerza en 2009. El asalto se hizo por medio de comerciales que optaron por una agresiva estrategia de patrocinios de eventos deportivos como el Madrid Open de Tenis o el maratón de Madrid, de programas de televisión (Fama, Gran Hermano) e incluso de eventos culturales. Las pulseras, que se venden en farmacias o gimnasios, conquistaron a deportistas y a famosos de todo tipo, desde la Infanta Elena a Belén Esteban o a políticos como Leire Pajín e Ignacio González.
En mayo de 2010, la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid condujo un estudio con 79 voluntarios que confirmó lo que muchos ya sabían: las pulseras Power Balance no tienen efecto alguno sobre nuestro equilibrio.
Quizá por eso, o quizá por la campaña que han emprendido las asociaciones de consumidores (o sencillamente porque hayan pasado de moda) estas pulseras están de capa caída. Así lo confirman Fernando Marcos y Esteban Ruiz, que se encargaron de su distribución en Madrid y en parte de Andalucía. "Hace un año que esto no se vende", dice Marcos. "Donde ahora funcionan muy bien es en los países del Este", añade Ruiz.
En Power Balance Alemania, el país desde el que la empresa dio el salto al resto de Europa, no parecen estar pensando en plegar velas. Hace una semana lanzó su última novedad: la pulsera con el holograma en color negro (en lugar de plateado).
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