La carrera evolutiva del género de los coches eléctricos parece estar sufriendo una auténtica “explosión cámbrica”. Si hace poco Renault nos sorprendía con la aparición espontánea de toda una nueva familia de electroautos, la recombinación genética ha dado lugar a una curiosa especie en los bosques de Polonia.
Con un exoesqueleto de plástico de un llamativo color verde manzana, esos faros redondos y sus ruedas delanteras cubiertas por unos escueto guardabarros, más que la imagen de un coche parece que estuvieramos mirando una foto de la rana Gustavo (o Kermit, como se la conoce en el mundo anglosajón).
Se trata del Impact Re-volt, un peculiar biplaza eléctrico urbano de tres ruedas con un aspecto de lo más naïf. Mide 3,07 metros de largo por 1,58 metros de anchura y permite desplazarse a dos pasajeros sentados en disposición longitudinal y que acceden al habitáculo por puertas tipo alas de gaviota. La propulsión corre a cargo de un motor eléctrico de 15 CV que actúa sobre la única rueda trasera alimentado por los 7 kWh. de electricidad almacenada en un pack de baterías de litio ubicado tras los asientos.
Con un peso en seco de 487 kg. y un peso máximo autorizado de 720 kg., la autonomía declarada por el fabricante es de unos 100 kilómetros, con una velocidad máxima de 90 km/h y una aceleración de 0-50 km/h. de 7 segundos. El Re-volt adquiere su herencia genética del coche eléctrico SAM, un modelo presentado por la firma suiza Cree allá por 2001 y del que llegó a construir una pequeña serie de poco más de 80 unidades.
En aquella ocasión no fue suficiente para llegar a la producción normal, algo que sus padres adoptivos polacos sí quieren llevar a la práctica. Una tarea que se me antoja algo complicada si tenemos en cuenta que el precio de la versión base (que por no llevar no lleva ni radio) es de 14.180 euros. Un precio algo excesivo para un triciclo con carrocería de plástico, pero nada que no pueda arreglar una buena subvención estatal dirigida a potenciar la venta de coches de pilas.
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